
Su incorporación a Boca estuvo a punto de malograrse. El club argentino exigía un partido de prueba, pero Varela se negó rotundamente al aducir que los títulos de que venía precedido eran un aval suficiente. Había tenido una sería lesión y los dirigentes de Boca temían que reapareciera. Por ello, no se avenían a contratarlo por un año. El jugador, aconsejado por un escribano, al fin accedió.
El partido de prueba se hizo y los dirigentes que temían firmar contrato por un año, luego lo extendieron a tres temporadas.
Su primer contrato fue tan exiguo que debió seguir de lunes a viernes con su trabajo de oficinista en la telefónica uruguaya. Y se entrenaba corriendo por las playas del centro.
De lunes a viernes, estaba en Montevideo. Y el sábado se tomaba el vapor para jugar el domingo. Con su infaltable boina blanca, el uruguayo Varela hizo delirar a la gente de Boca. Llegó en el momento justo al lugar preciso. Eran tiempo de La Máquina de River que deslumbraba y ganaba. A todos, menos a Boca y a Severino. En la primera rueda, un gol suyo no alcanzó ya que Boca cayó derrotado por 3-1. Pero en la revancha, Severino le puso su sello al clásico con un golazo de palomita, tras un centro de Lucho Sosa, y un puntazo en el área tras una jugada confusa. Fue suficiente para iniciar el romance con la hinchada.
Boca fue campeón en el primer año de Severino en el club tras una lucha impresionante que recién se definió en la última fecha cuando se impuso a Ferro en Caballito. El prime

En 1944, Boca quiso asegurar la mejor forma física para Severino y le ofreció un contrato muy superior al inicial para tenerlo en exclusiva. Pero no hubo caso. Continuó aferrado a la seguridad de su puesto oficial en la telefónica avizorando su ocaso futbolero, pero volvió a salir campeón y amargando a River.
El 14 de mayo, River se puso en ventaja con un golazo de Adolfo Pedernera tras una serie de toques, pero Boca empató debido al oportunismo de Severino. En la segunda rueda se produjo el “último boinazo”. Una palomita dejó sin chance al arquero peruano José Soriano.
Boca volvió a salir campeón ese año y dio la vuelta en
Al año siguiente Boca quiso agradecerle los servicios prestados. Se cuenta una anécdota que el jugador fue tentado por los dirigentes del club, quienes le pusieron ante sus ojos un cheque en blanco para que lo llenara con la cifra que considerara. “Yo no voy a cobrar lo que no sé si voy a merecer”, dijo Severino con la dignidad de los grandes.
Fue el año menos brillante, su viaje semanalmente a Montevideo, donde conservaba su empleo conspiró contra su rendimiento.

Jugó 22 partidos, marcó ocho goles y a los 33 años retornó a Peñarol, club en el que terminó su brillante trayectoria en 1947.
Año//Jugó//Goles
1943// 24// 20
1944// 21// 15
1945// 22// 8
Total: 67// 43
Notas sobre él:
Su boina
Vs River
Participó de la vuelta olímpica de 1954