El paraguayo ya se hallaba al final de su carrera futbolística y sus dones de maestro lo llevaron rápidamente a desenvolverse como entrenador. Comenzó su carrera en Buenos Aires, en 1932. Su primer equipo fue Lanús, después dirigió a Quilmes y más tarde a Newell’s Old Boys.
Regresó a su país en 1935 para dirigir a su Nacional querido, donde implantó un sistema de juego exitoso, que le daría al club el título de “La Academia”. Fue formador de grandes jugadores y bajo su escuela surgieron los campeones de 1942 y 1946.
También dirigió a River Plate, Libertad y fugazmente a Olimpia, todos de Paraguay.
Fue el eterno entrenador de la selección paraguaya con quien tuvo un feliz matrimonio io en todos los proyectos de trascendencia internacional.
En 1950 fue el entrenador del seleccionado guaraní que participó del Mundial y tres años después, consiguió el campeonato invicto del Sudamericano, que se jugó en Lima, Perú. Logró así la gran hazaña que eternamente anhelara, cual fue elevar a la cumbre de América, por primera vez en su historia, al futbolista paraguayo.
Todos los éxitos de Manuel Fleitas Solich trascendieron las fronteras, por lo que de nuevo tuvo que emigrar ante las ofertas económicas de fuste que abundaban para él. Esta vez cambió de rumbo y fue a Brasil contratado por Flamengo que hacía 10 años que no salía campeón. Con su llegada se produce el shock y obtiene el tricampeonato (1953-1954-1955).
Su fama y admiración no tienen parangón en la década del 50´. En 1960 le ofrecen dirigir al Real Madrid, por donde pasó fugazmente y prefirió regresar al Brasil, ya que ahí encontró la horma de su calzado. Dirigió al Corinthians, al Fluminense, y a varios clubes más.
Se retiró del fútbol en 1973, con 72 años, y vivió sus últimos años en un departamento de la Calle Constante Ramos de Copacabana, Río de Janeiro, donde falleció.
1 comentario:
Publicar un comentario