martes, 3 de marzo de 2015

Arsenio Erico

Paraguayo. Centrodelantero. De Independiente (1934-46, 325 partidos, 293 goles) y Huracán (1947, 7 partidos). Jugó 332 partidos, 293 goles.

Su carrera comenzó en Nacional de Paraguay, donde debutó a los 16 años. Allí despertó la admiración de los hinchas paraguayos.

El elenco de Avellaneda tuvo el acierto de incorporarlo en forma curiosa en 1934. Durante la guerra entre Bolivia y Paraguay, la Cruz Roja de los guaraníes formó un equipo de fútbol a cargo de un teniente coronel, con el objeto de recaudar fondos para los damnificados. Ese equipo que, Erico integraba a los 17 años, vino de gira a Argentina y fue donde dirigentes de River e Independiente quedaron maravillados por lo realizado por Erico. Los de esta última entidad fueron quienes pudieron hacerle firmar un contrato profesional. Dirigentes de los “Diablos Rojos” tuvieron una dura negociación porque Arsenio era menor de edad y el teniente coronel manifestó la inconveniencia de ceder el pase, porque por la guerra podían declararlo desertor ya que con más edad debía hacer la conscripción efectiva en su patria que estaba en guerra. Igualmente, siguieron con las negociaciones y consiguieron incorporarlo a cambio de los 12 mil pesos que les pagaron a Nacional de Asunción.

Debutó para los “rojos” el 6 de mayo de 1934 contra Boca Juniors sin marcar goles. Y a la siguiente fecha contra Chacarita Juniors logra el primero y el segundo de sus 293 goles.

El paraguayo rápidamente se convirtió en ídolo de los Diablos Rojos, donde demostró una extraordinaria eficacia.

Después de un par de años con lesiones que lo marginaron de las canchas, en 1937 desencadenó todo su potencial: 47 goles en un solo año. Al año siguiente llevó a Independiente a su primer título nacional en la época profesional y de yapa repitió el récord de goles por año marcando 43 tantos.

En 1939, el paraguayo volvió a ser fundamental en el equipo que logró el bicampeonato. Fueron dos años de mucho esplendor de parte de Erico, que conformó una delantera fantástica con José Vilarino, Vicente De La Mata, Antonio Sastre y Juan José Zorrilla.

En 1942, al negársele un aumento en su contrato, se fue a Paraguay. Ahí saldó una vieja deuda personal y familiar: dio la vuelta olímpica con Nacional. Además, Erico iba a jugar por la Selección de su país ante Argentina por la Copa Chevallier Boutell. Independiente reclamó a la AFA y el partido se suspendió, con la consiguiente conmoción del público paraguayo. Los dirigentes del club de Avellaneda debieron viajar a Asunción para restablecer las relaciones y, tras intensas gestiones, lograron convencerlo, pero con un gran incremento en su contrato. Luego, por una afección en los meniscos de la que no pudo recuperarse, mermó en su rendimiento.

La excepcional campaña que cumplió en Independiente, que le permitió convertirse en el máximo goleador del fútbol argentino con 293 goles, no impidió que tuviera una poco cordial despedida, que no premió su capacidad ni su conducta ejemplar.

En 1947 Independiente vendió el pase de Erico a Huracán donde tuvo un fugaz y poco afortunado paso. Allí jugó 7 partidos y compartió la delantera Salvini, Méndez, Simes y Ferreyro. No pudo más, aunque lo intentó en su país, en Nacional (fue jugador/técnico 19 años después de haber comenzado su carrera) y en Sol de América, donde se retiró.   


Erico dejó el fútbol con toda la gloria ganada en las canchas por su maravilloso juego y sus goles espectaculares.

En la historia del fútbol argentino Arsenio debe ser evocado como un deportista ejemplar junto con su estilo fino y elegante, que le permitió convertir goles de alta clase.

Se radicó en la Argentina sin ir mucho a la cancha. “Preferí jugarlo y no verlo”, solía afirmar. Claro, el gusto de ver el fútbol era verlo a él, se podría asegurar. Falleció el 23 de julio de 1977, a los 62 años.

Al día siguiente, Independiente jugó contra River y la hinchada roja se la pasó coreando “¡se siente, se siente, Erico está presente…!”. Los rojos le ganaron a los millonarios 2 a 1 tras ir perdiendo 1 a 0.



En homenaje a él, una tribuna del estadio de Independiente lleva su nombre al igual que la cancha del Defensores del Chaco (Paraguay) y el estadio de Nacional se llama Arsenio Erico. 

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