
Jugaba al fútbol en el
colegio San Agustín, ubicado frente al Santiago Bernabeu, el estadio del club
de sus amores. Cuando era chico, los dirigentes merengues quisieron
incorporarlo, aunque entonces el fútbol era una diversión y no una profesión a
futuro. Pero a los 17 años, la Casa Blanca lo fichó. Y comenzó su carrera.

Tras su periplo por el club pepinero, se convirtió
en un auténtico trotamundos para su corta edad, pasando por clubes como Málaga
en 2ªB (1997/98) y Badajoz en 2ªA (1998/99), donde dispuso de más oportunidades
que en Leganés y le sirvió para dar el salto a equipos foráneos.
En el equipo de Marcelo
Tinelli jugó con muchos argentinos, como Mancuso, Bisconti, los hermanos
DAmico, y con el brasileño Luis Fernando, quien venía de San Lorenzo. Allí mamó
costumbres criollas y se obsesionó con los relatos sobre la pasión con la que
se vive el fútbol en Argentina.

Tras la experiencia en Sudamérica, encontró comodidad
en Escocia. Allí inició la temporada 2000/01 en el Dundee, donde logró tener
confianza y los resultados llegaron. En su primera temporada disputó 34
partidos logrando 3 goles, pero en su segunda temporada, cuando estaba empezando a asentarse, a los 26 años, le diagnosticaron una
grave enfermedad (Esclerosis múltiple) que le obligó a dejar el fútbol y entrar
en tratamiento.
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Formado en las categorías inferiores del Real Madrid, Artero jugó en el Málaga CF logrando el ascenso a la Segunda División, donde participó en las filas del Badajoz. Posteriormente emprendió la aventura americana, siendo el primer jugador español que ha jugado en el Brasileirão con la camiseta del Botafogo. Anteriormente ya había jugado en el San Lorenzo de Almagro argentino.
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